lunes, 29 de diciembre de 2008

Capitulo 18

Yo le pagaba a Estela setenta y cinco pesos todos los sábados por la habitación y ella me decía que no me preocupe, que si no podía pagarle no me haga problemas.
Con Héctor me llevaba bien, una vez me contó que su esposa había muerto dos años atrás y que la seguía amando. Me lo decía con los ojos vidriosos una noche que nos quedamos comiendo juntos.

Con Mariela era algo raro. Yo pasaba a visitarla al bar casi todas las noches y algunos domingos íbamos juntos a la playa de la mano pero nunca pasaba mas que eso.
Yo seguía pensando en Lucia y al menos una vez por semana le mandaba un mail o un mensaje los cuales nunca eran respondidos.
Con mi familia hablé los últimos días de diciembre y les dije que no iba para las fiestas, lo cual no pareció importarles demasiado.

Pasé navidad y año nuevo con esta especie de familia adoptiva que había encontrado. Navidad en casa de Héctor y año nuevo de Elena. En ambas ocasiones hicimos asado.
Yo no era un gran parrillero pero simulaba serlo bastante bien.
La noche de año nuevo, después de brindar salimos a caminar con Mariela por la costanera y cuando volvimos Héctor se había ido a su casa y Elena dormía.
-¿Pablo a vos te molesta si me quedo a dormir con vos?- me pregunto sin mirarme.
-No, quédate. Me gusta que te quedes.

Subimos a mi habitación y nos sentamos en la cama. Abrí la ventana por que el calor era insoportable. Yo me puse un pantalón corto y me acosté. Mariela se quedo en ropa interior. Me abrazo y nos dormimos.
Era una situación extraña, me di cuanta cuando a la madrigada me desperté y la vi. Con el pelo sobre la almohada y su cuerpo casi desnudo. La desperté.
-Mariela, ¿te das cuenta que tu viejo y tu tía se van a enterar de esto aunque no queramos?
-No importa, dormí.
Puse mi cuerpo bien pegado al de ella y nos quedamos así el resto de la noche.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Capitulo 17

Cuando regrese a mi nuevo hogar a la tarde Estela me invitó a tomar mate. Me preguntó si estaba de vacaciones, a qué me dedicaba y un montón de cosas mas. Me dijo que su hermano tenía un restaurante sobre la peatonal y que si quería podía hablar con el para trabajar. Le dije que si y después me fui a bañar.
Cuando salí del baño Estela me dijo que ya había hablado y que su hermano le dijo que vaya para halla. Me dio la dirección y fui.

El tipo se llamaba Héctor y el restaurante era a la vuelta de la catedral. Se escuchaban los campanazos a cada rato. No era un lugar muy grande, el salón tenía diez mesas con manteles verdes que hacían juego con las cortinas.
Héctor era un buen tipo, alto y gordo. Con las manos enormes y los dedos gordos y se reía casi de cualquier cosa.
Me tarea era lavar la vajilla y después ayudar a limpiar el salón. Entraba a las siete de la tarde y salía a la una de la mañana. De lunes a sabado.
Era un trabajo tranquilo. Lo que no me gustaba era que andaba todo el tiempo con los dedos arrugados por el agua de tanto lavar cosas.
Todos los sábados antes de irme Héctor me pagaba doscientos pesos.
Arregle con Estela para pagar trescientos cincuenta pesos por mes por la habitación, le dije que sino no me alcanzaba la plata.

Los primeros días terminaba cansado después del trabajo pero después me acostumbré y a veces hasta volvía caminando las treinta cuadras que separaban el restaurante de mi habitación.
Algunas noches pasaba por el bar “punto y banca” donde trabajaba la sobrina de Estela, que a su vez era hija de Héctor. Ella se llamaba Mariela y tenia veinte años. Era alta y de pelo castaño, usaba anteojos y tenía una cicatriz en el cuello. Yo me pedía siempre un whisky con hielo y ella me lo traía y nos quedábamos hablando un rato. Me contaba que estudiaba veterinaria, que le gustaba nadar y siempre le daba curiosidad sobre qué estaba escribiendo yo cuando iba al bar (yo había recuperado el habito de escribir y llevaba mi cuaderno para todos lados).

Una de esas noches desde una mesa pegada a la ventana le mande un mensaje de texto a Lucia pero no respondió.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Capitulo 16

Baje del tren y era de noche. El viento era frío. Caminé hasta el centro y me senté en un bar frente al casino. El bar se llamaba “punto y banca”. Me pedí una milanesa y le pregunte a la camarera si sabia de algún hotel barato para poder alojarme. Tuve suerte, me dijo que una tía suya alquilaba una habitación cerca de playa grande. Me dio la dirección y el teléfono. Termine de comer y me tome un taxi hasta el lugar.

Me atendió una mujer de unos cincuenta años, vestida con un delantal celeste.
- hola, estoy buscando a Estela. Me dijeron que alquilaba una habitación
- si, soy yo- me miro de arriba abajo- quien te dio la dirección?
- La camarera de un bar que esta frente al casino- no me dejo terminar de hablar
- Pasa que te muestro.

Entremos. Era un pasillo largo y angosto. En el fondo había una casa y arriba de la casa una habitación chica con un baño. Me dijo que me cobraba quince pesos por día lo cual me pareció muy bien. Me pregunto si había comido y le dije que si. Le di sesenta pesos para pagarle cuatro días por adelantado. Esto le gusto. Luego se fue y yo me quede solo en la habitación.

Era curioso, después del concurso de poesía no había escrito nada mas. Así que saque el cuaderno he intente escribir algo pero era horrible. Arranque la hoja y la tire.
Pensé en Lucia. Tuve muchas ganas de llamarla pero no lo hice. Me quede tirado en la cama con la mirada clavada en el techo. El viento movía la única ventana de la pieza y hacia un ruido bastante molesto que no me dejo dormir bien.
Cuando me desperté eran las nueve de la mañana. Me levanté y bajé. Estela me dio la llave de la puerta de calle, la puerta de la habitación no tenía. Salí y camine por la avenida Juan B. Justo, doble a la izquierda y luego volví a doblar pero esta vez a la derecha hasta llegar a la playa. Me saque las zapatillas y camine descalzo sobre la arena. Tenía ganas de llorar. Seguí caminando. Un perro se acerco y caminó un rato conmigo, después se fue y seguí solo.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Capitulo 15

Durante un tiempo no tuve ninguna clase de contacto con Lucia. La llamé varias veces pero nunca respondió las llamadas. Yo salía muy poco de mi habitación y cuando lo hacía era para ir al bar de Defensa y Brasil, frente al parque. Allí pasaba largas horas mirando por la ventana imaginando que ella vendría a buscarme.
Uno de esos días me llamo mi amigo Daniel para ofrecerme comprar una piedra de marihuana. Los datos que me dio eran: es grande, buena y sale cincuenta pesos. Le dije que sí.
Me trajo la piedra un día a la mañana temprano, yo no había podido dormir en toda la noche, estaba nervioso. Le di la plata y se fue. Siquiera lo invite a quedarse un rato. Después me sentí mal por eso.
Arme varios cigarrillos y los guarde en cajitas vacías de Malboro que había por el suelo de mi cuarto.
Finalmente y luego de doce interminables días, Lucia me llamo desde Cordoba diciéndome que estaba bien, pero que necesitaba tiempo para pensar, que lo nuestro había sido todo muy rápido y que estaba confundida. Corte el teléfono y lo apoye sobre la cama. Me quede sentado en el piso. Prendí un porro y largue el humo gris y dulce para arriba. Sentí como se empañaban las ventanas de mi alma. No la entendía. Pero sabía que este tipo de cosas suelen ocurrir. Donde hay cariño hay problemas y yo soy uno de esos tipos que no sabe por qué se encariña rápido con la gente.

Los días siguieron pasando lentos. No la llame durante toda la semana y ella tampoco a mi. Yo sabía que ella no iba a hacerlo.
Cuando junte el valor para hacerlo me atendió desde un colectivo, no se escuchaba nada, me dijo que después me llamaba pero después no lo hizo.

Entre la plata de la pensión, comer, tomar y algunos gastos mas, me quedaban seiscientos pesos.

Guarde todas mi cosas en el bolso y sin avisarle a nadie fui a constitución y me compre un boleto de tren para ir a Mar del Plata.
Era una tarde de sol, me senté del lado de la ventanilla, la cual cuando la abrías se cerraba sola luego de unos pocos minutos por el movimiento del tren. Me tome lo que me quedaba de una petaca de licor de café y me dormí. Cuando llegamos me despertó otro pasajero.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Capitulo 14

Los días siguientes fueron, quizás, los mejores días que recuerde haber vivido. Tres meses con Lucia entrando y saliendo de mí habitación a diario, los fines de semana en su casa y luego paseos largos por Palermo o por Plaza Francia, tenía plata sin tener que trabajar, la primavera flotaba en el aire.
Pero todo el tiempo tenía el presentimiento de que algo estaba por pasar. Era como la calma antes de la tormenta. Trataba de no pensar demasiado en eso y de disfrutar mi dichoso presente.
Un jueves y después de haber estado durmiendo conmigo Lucia me dijo que tenia que ir el sábado a la mañana para Córdoba a visitar a su papá que iba a ser operado. Le ofrecí acompañarla pero no quiso.
Era un jueves de llovizna y viento. Mientras desayunábamos miramos por la ventana las copas de los árboles que se movían furiosas de un lado para el otro.

El sábado al mediodía la acompañe a Retiro a tomarse el micro. Nos despedimos con un abrazo largo y varios besos acordando mantener el contacto durante su supuesta corta ausencia.

El micro arranco y yo me fui a sentar a Plaza San Martin, después di un paseo por Florida y mas tarde fui a visitar a mis padres a los cuales hacia casi un mes que no veía.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Capitulo 13

Cuando bajé a las once Lucia ya había llegado. Nos besamos y subimos.
- traje empanadas para comer- me dijo
- yo compre whisky
Sonrió y me beso en la frente. Estaba sentado en la cama y ella caminaba y miraba todo en la habitación.
Hablamos sobre un libro de Camus que ella estaba leyendo y yo ya había leído, el extranjero.
- el personaje principal tiene algo parecido a vos
- lo tomo como un halago- le dije y seguimos comiendo.
Había dejado la puerta del balcón abierta y el viento entro y voló las servilletas. Me levante y la cerré.
Terminamos de comer y nos tiramos sobre el colchón (yo no tenia sabanas, solo una frazada que todavía no había puesto) y fumamos mirando el techo. Tenía manchas de humedad y la lamparita colgaba de dos cables negros.
Con la mano le acariciaba las piernas por encima del pantalón, me beso, nos sacamos la ropa. Era hermosa. Tenía varios lunares en el pecho de distintos tamaños. Ella se reía de mi ombligo, yo me reía de su risa. Cogimos o hicimos el amor o como sea que se diga y después nos dormimos abrazados y tapados con la frazada.
A las nueve de la mañana sonó el despertador y Lucia se fue al trabajo. Yo me quede en la cama hasta el mediodía.
Abrí los ojos y era un día soleado. Fui al baño y una paloma me miraba desde la ventana rota que estaba encima del inodoro. Me sorprendía que no se asustara por mi presencia.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Capitulo 12

Nos despertamos al mediodía, Lucia se preparo mate, yo no quise desayunar. Fui al baño, fumé un cigarrillo y después me fui. Cuando nos despedimos me abrazó fuerte y quedamos en hablar mas tarde.
Era un domingo de sol, las veredas brillaban. Me sentía bien. Llegue a casa, guarde mis cosas en un bolso y fui a una pensión en San Telmo, cerca del parque Lezama, en la que había visto un cartel que decía que tenia habitación disponible.
El lugar no era feo, en la recepción estaba un tipo alto de bigotes que me dijo que tenía que pagar una semana por adelantado. Eran $100 por semana. Se lo pague, me dio la llave y subí a mi habitación.
Tenía un balcón que daba a la calle Defensa, una cama, una mesa, dos sillas y un roperito con la puerta que no cerraba. El baño estaba en el pasillo cerca de mi habitación. Deje el bolso en el suelo, salí al balcón y prendí un cigarrillo. Se veían los autos que pasaban y el viento era fresco. Llamé a Lucia para contarle y me dijo que iba a ir a visitarme mas tarde. Me gusto eso.
Me acosté un rato y después me bañe. En el baño el agua salía un poco fría.
Le avise al tipo de la recepción que iba a tener visitas, no sabia como funcionaban esas cosas en el lugar. Me dijo que todo bien, pero que no haga quilombo.
Salí y camine un rato, ya había oscurecido. Compré una botella de whisky y más cigarrillos. Me senté en el parque y miré a los chicos jugar en las hamacas. Lucia me mando un mensaje al teléfono para avisarme que la espere en la puerta de la pensión a las once de la noche. Volví a mi habitación y la espere.

martes, 9 de diciembre de 2008

Capitulo 11

Era en un octavo piso sobre la Avenida Santa Fe. Toque el timbre y bajo a abrir. Estaba hermosa, tenía el pelo mojado, un pulóver negro y una pollera larga. Estaba sonriendo. Nos saludamos. Subimos.
Yo había llevado una botella de whisky para tomar, la dejamos sobre la mesa y nos sentamos. Ya tenía preparada la comida, pollo y ensalada.
Hablaba bastante, pero raramente no me cansaba ni molestaba que lo haga. Me contaba de su trabajo de diseñadora gráfica y de que su familia vivía en Cordoba.
Yo le dije que estaba sin trabajo y buscando casa. Que lo que dije el día de los premios sobre que era técnico de sonido era mentira. Ella se rió y tomo un trago de vino.
Después de comer ella se sentó en el sillón que había en el comedor y yo me quede en la silla. Nos servimos dos vasos bastante llenos de whisky y dejamos de hablar por un momento. Nos mirábamos, ella seguía sonriendo y yo movía el vaso y hacia ruido con el hielo que chocaba contra sus bordes.
- ¿en qué pensas?- me pregunto
- En nada, te estaba mirando la sonrisa
- Tenes una mirada rara
- No se, nunca me mire- tomé un trago
- ¿Por qué me miras tanto?
- No se, me gusta mirarte
Nos quedamos en silencio un rato largo. Miré el reloj y eran las tres de la mañana.
- bueno Lucia, me voy yendo, estuvo muy lindo todo.
- Tomaste mucho como para irte solo, ¿no te querés quedar?- no había tomado tanto en realidad.
Me levante y me senté al lado de ella. Me agarro la mano y nos besamos. Luego nos servimos otros dos vasos de whisky y seguimos besándonos entre sorbos que a esa altura ya no nos quemaban la garganta.
Cuando terminamos nuestras bebidas eran casi las cinco de la mañana. Fuimos a su habitación y nos acostamos.
Ella apoyo su espalda contra mi pecho, sentí el perfume de su pelo y sus pies fríos tocar mis pies. Nos dormimos de esa manera.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Capitulo 10

Cuando me levante el mundo era igual que siempre. Era viernes y en mi casa mi mamá estaba cocinando y mi papá había ido a trabajar. Le conté a mi mamá lo del concurso y me sorprendió que no se sorprendiera. Me preguntó qué pensaba hacer con la plata y le dije que no sabía exactamente, que quizás viajara a la costa y viviera allá un tiempo. Me dijo que no me iba a alcanzar. No respondí.
Después de almorzar lo fui a visitar a Javier. Me recibió bien, con un abrazo y un vaso de cerveza. No le conté nada de la plata que había ganado.
Me dijo que no había hablado mas con su primo Marcos, que no tenia noticias de el. Para mi fue un alivio por que me había arrepentido de decirle que si para el robo.
Era una linda tarde de principio de septiembre.
La prima de Javier pasaba a cada rato por la cocina (Donde estábamos nosotros sentados) y yo la miraba y ella me miraba. Solo le dije “hola” la primera vez que pasó. Después fue solo cuestión de miradas.
Nos pusimos a hablar de cuando éramos chicos y jugábamos al fútbol en un parque que ya no esta más, ahora es un estacionamiento de autos. Javier siempre jugaba de arquero, era bueno en eso y yo de delantero. Yo sabía jugar pero era vago para correr. Nos acordábamos de eso y nos reíamos entre cervezas y miradas a y de su prima.
Al atardecer me fui. Camine por la calle mirando los rostros sin vida de la gente. Tan pocas sonrisas, tan poca simpatía. Yo era igual o peor que ellos y eso me enfermaba.
Cuando llegué a casa y esperaba para cenar le mande un mensaje a Lucia preguntándole si iba a hacer algo esa noche. Su respuesta llegó rápido:
NO, ESTOY CANSADA PARA SALIR. QUERES VENIR A COMER A CASA?
Le dije que SI sin dudarlo. Me dio su dirección y le dije que en un rato iba.
Me bañe y me fui a tomar el colectivo 12 que va a Palermo.

Capitulo 9

Esa noche cuando volvía a casa me bajé unas cuadras antes del colectivo, quería caminar un poco.
En el cielo la noche había vomitado sus estrellas. La luna estaba enorme y un perro ladraba mirándola parado en la mitad de la calle.
No pasaban autos y no se veía gente por ningún lado. Era una buena noche.
Yo me sentía bien, tenía plata sin haber echo ningún esfuerzo y podía irme de la casa de mis padres.
Cuando llegue me serví un vaso de coca-cola y prendí el televisor. Mi perro se sentó al lado mío y me miraba esperando que le de algo de comer. Le di un pedazo de pan que había sobre la mesa y lo comió debajo de mi silla.
Miré un rato el televisor y me aburrí. Fui a mi pieza, metí la plata adentro del cajon de la mesa de luz, me saque toda la ropa y me acosté. Las sabanas estaban frías. Me sonó el celular y era un mensaje de Lucia:
LLEGASTE BIEN?
Le respondí que sí y le desee buenas noches. Estiré las piernas, me puse de costado y me dormí pensando en ella.