La noche golpea
con sus manos
la ventana del bar
y yo pido otra ginebra.
Es la mesa de siempre,
del bar de siempre,
a la hora que nunca.
Hace mucho la ame
y ella lo supo.
Ahora no hay nada,
solo este vaso,
mis ganas de salir a fumar
y algunas personas
caminando por la vereda.
Hace mucho, no es tanto.
Es apenas la distancia
entre el último beso
y estar sentado en este bar.
Este trago y este poema
son para ella.
Si aun lo sabe.
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