nadie se atreve a sorprenderme.
estoy solo y es tarde.
ninguna voz rompe el silencio
(propio y ajeno).
ya salio el sol, se hizo de noche
y volvio a ser de día.
inevitablemente encuentro
un sabor amargo
en todas las cosas.
mi alma, tan poco acariciada,
espera con la paciencia
llena de tela de araña.
la realidad es un arma
apuntando a mi cabeza
desde donde yo no veo.
lunes, 21 de abril de 2008
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