Javier vivía en el límite entre Barracas y Avellaneda a metros del puente Pujeyrredon.
Javier era un tipo alto y morocho con los ojos negros y grandes y ahora estaba bastante gordo. Lo había conocido en un club en el que jugábamos al fútbol de chicos. Vivía con una tía y la prima. Una vez me contó que nunca había conocido a sus padres.
Cuando llegue Javier me abrazo y nos sentamos en el patio. Hacia frió pero me dijo que quería que hablemos a solas y adentro estaba su tía mirando una película.
Destapo una cerveza, prendió dos cigarrillos y me dio uno.
Me contó que también andaba sin trabajo y que quería hablarme muy seriamente sobre algo. Me sorprendió y le dije que me diga que era
- mira Pablo con mi primo Marcos estamos organizando algo y quería saber si vos te prendías con nosotros.
Marcos era el primo más grande de Javier que había estado preso y que ahora estaba en libertad hacia unos meses. Físicamente era parecido a Javier, grandote, morocho.
Siguió contándome:
- la onda seria robar un cyber de La Boca. Entre los tres. El consigue un auto y vos manejas, nosotros bajamos y hacemos todo. Después repartimos en partes iguales.
- Bueno, dejamelo pensar. En la semana te aviso.
- Dale no hay problema.
Entramos y nos sentamos en la cocina. Su tía seguía mirando la televisión y nosotros tomamos varias cervezas. Era de noche y se hizo la madrugada.
Cuando su tía se fue a dormir eran las dos de la mañana. Javier se quedo dormido sentado y yo me quede mirando la repetición de un partido de fútbol entre Racing y Tigre.
Lo desperté y me abrió la puerta. Camine con las manos en los bolsillos las quince cuadras hasta mi casa. Hacia frío pero no había viento. Llegue y no hice ruido para no despertar a nadie, mi perro movía la cola desde debajo de la mesa. Me acosté y dormí.
jueves, 20 de noviembre de 2008
lunes, 17 de noviembre de 2008
Capitulo 4
Durante todo el resto de la semana no hice nada, pero exactamente nada.
Cuando no estaba durmiendo estaba mirando televisión o comiendo. No salí de casa, no llame a nadie, no escribí, no leí.
El sábado me levante al mediodía almorcé pizza con mi familia, agarre algo de plata y salí.
El sol estaba alto y de color amarillo, muy amarillo. No podías mirarlo fijo ni un segundo por que quedabas ciego. Camine un rato largo hasta que me sente en una plaza que se llamaba 25 de Mayo.
Una vieja le tiraba migas de pan a las palomas que se amontonaban de a decenas a su alrededor. Me puse a pensar en que tenía que empezar nuevamente a buscar un trabajo he irme de la casa de mis padres. También pensé y tuve muchas ganas de llamar a mi última novia pero no lo hice. La extrañaba. Pensaba en su voz, en sus piernas, en su boca.
Cuando las migas se terminaron las palomas se fueron y la tarde siguió caminando lenta.
Algo en el mundo anda mal y yo no sabia que era. Algo en mi vida andaba mal, muy mal y tampoco sabia exactamente que era.
Para volver me tome un colectivo y cuando llegue llame por teléfono a un viejo amigo que hacia unos meses que no veía
- hola Pablito como estas? – se puso contento al escucharme
- bien Javi, acá ando. De nuevo en lo de mis viejos en barracas.
- Venite a casa a tomar una cerveza yo estoy al pedo.
- Bueno dale, en un rato voy.
Colgué el teléfono y me fui a bañar.
Cuando no estaba durmiendo estaba mirando televisión o comiendo. No salí de casa, no llame a nadie, no escribí, no leí.
El sábado me levante al mediodía almorcé pizza con mi familia, agarre algo de plata y salí.
El sol estaba alto y de color amarillo, muy amarillo. No podías mirarlo fijo ni un segundo por que quedabas ciego. Camine un rato largo hasta que me sente en una plaza que se llamaba 25 de Mayo.
Una vieja le tiraba migas de pan a las palomas que se amontonaban de a decenas a su alrededor. Me puse a pensar en que tenía que empezar nuevamente a buscar un trabajo he irme de la casa de mis padres. También pensé y tuve muchas ganas de llamar a mi última novia pero no lo hice. La extrañaba. Pensaba en su voz, en sus piernas, en su boca.
Cuando las migas se terminaron las palomas se fueron y la tarde siguió caminando lenta.
Algo en el mundo anda mal y yo no sabia que era. Algo en mi vida andaba mal, muy mal y tampoco sabia exactamente que era.
Para volver me tome un colectivo y cuando llegue llame por teléfono a un viejo amigo que hacia unos meses que no veía
- hola Pablito como estas? – se puso contento al escucharme
- bien Javi, acá ando. De nuevo en lo de mis viejos en barracas.
- Venite a casa a tomar una cerveza yo estoy al pedo.
- Bueno dale, en un rato voy.
Colgué el teléfono y me fui a bañar.
jueves, 13 de noviembre de 2008
Capitulo 3
3
Para mi sorpresa el día jueves por la mañana me llamaron de la imprenta para que vaya a cobrar.
- Hola, hablo con la casa de Pablo Gomez?
- Si, soy yo
- Te llamo para avisarte que podes pasar a cobrar por la imprenta.
- Bueno, en un rato voy.
Colgué y me vestí. Me bañe rápido mientras se calentaba el agua para el café. Estaba nublado y mi mamá estaba tomando mate y mirando la televisión.
Llegue a la imprenta cerca del mediodía. Entre directamente a la oficina, estaba abierto.
El supervisor estaba sentado y fumando y haciendo chistes con la secretaria a la cual yo no conocía. Habían echado a Claudia, la secretaria anterior. Miré para el lado del taller y tampoco vi a mis antiguos compañeros. Supongo que era verdad que no había trabajo y me di cuenta que nos habían echado a todos. Seguía sin entender el por qué de la secretaria nueva.
- tu nombre?
- Pablo Gómez – maldito idiota, pensé, ya no se acuerda de mi nombre
- Si, si… te debíamos un mes entero no?
- Si – en realidad me debían tres semanas, yo pensé que me estaba cargando
- Bueno, serian $400. – saco un montón de billetes de cien de su bolsillo y me dio cuatro miserables papeles.
- Cualquier cosa te volvemos a llamar – me dijo y se guardo el resto del dinero
- Bueno. – le di la mano y caminé hacia la puerta. La secretaria me sonrió. Salí.
Decidí tomarme el subte para ir al centro, tenía ganas de pasear.
Estaba sentado al lado de una mujer de cara triste y muy vieja y vi por la ventanilla un cartel sobre un concurso de poesía organizado por el gobierno y por los del subte. El tema era libre y tenía 2 días de plazo para presentarlo. Anote la dirección de correo en el reverso del boleto y lo guarde en el bolsillo de la campera.
Era en una oficina del centro cultural san martín de avenida corrientes.
Durante el trayecto, en el subte, me puse a leer de mi cuaderno, el cual tenia en la mochila, las ultimas poesías que había escrito y decidí que iba a mandar una que se llamaba “siempre falta poco para que sea tarde”.
Cuando baje del subte, subí la escalera, camine por avenida corrientes y me metí en un locutorio para copiar he imprimir la poesía.
Compre un sobre de papel madera y anote mis datos en el reverso.
No subí hasta la oficina, lo deje en la mesa de entrada del centro cultural, el empleado me dijo que el después subía el sobre. Le creí.
Cuando salí nuevamente a la calle ya no tenía ganas de pasear, así que volví a mi casa. Me metí en mi habitación, guarde la plata adentro de un libro y encendí un cigarrillo. Puse un disco de Bob Dylan y me recosté en la cama.
Deje de pensar en el concurso de poesía y en el trabajo.
Para mi sorpresa el día jueves por la mañana me llamaron de la imprenta para que vaya a cobrar.
- Hola, hablo con la casa de Pablo Gomez?
- Si, soy yo
- Te llamo para avisarte que podes pasar a cobrar por la imprenta.
- Bueno, en un rato voy.
Colgué y me vestí. Me bañe rápido mientras se calentaba el agua para el café. Estaba nublado y mi mamá estaba tomando mate y mirando la televisión.
Llegue a la imprenta cerca del mediodía. Entre directamente a la oficina, estaba abierto.
El supervisor estaba sentado y fumando y haciendo chistes con la secretaria a la cual yo no conocía. Habían echado a Claudia, la secretaria anterior. Miré para el lado del taller y tampoco vi a mis antiguos compañeros. Supongo que era verdad que no había trabajo y me di cuenta que nos habían echado a todos. Seguía sin entender el por qué de la secretaria nueva.
- tu nombre?
- Pablo Gómez – maldito idiota, pensé, ya no se acuerda de mi nombre
- Si, si… te debíamos un mes entero no?
- Si – en realidad me debían tres semanas, yo pensé que me estaba cargando
- Bueno, serian $400. – saco un montón de billetes de cien de su bolsillo y me dio cuatro miserables papeles.
- Cualquier cosa te volvemos a llamar – me dijo y se guardo el resto del dinero
- Bueno. – le di la mano y caminé hacia la puerta. La secretaria me sonrió. Salí.
Decidí tomarme el subte para ir al centro, tenía ganas de pasear.
Estaba sentado al lado de una mujer de cara triste y muy vieja y vi por la ventanilla un cartel sobre un concurso de poesía organizado por el gobierno y por los del subte. El tema era libre y tenía 2 días de plazo para presentarlo. Anote la dirección de correo en el reverso del boleto y lo guarde en el bolsillo de la campera.
Era en una oficina del centro cultural san martín de avenida corrientes.
Durante el trayecto, en el subte, me puse a leer de mi cuaderno, el cual tenia en la mochila, las ultimas poesías que había escrito y decidí que iba a mandar una que se llamaba “siempre falta poco para que sea tarde”.
Cuando baje del subte, subí la escalera, camine por avenida corrientes y me metí en un locutorio para copiar he imprimir la poesía.
Compre un sobre de papel madera y anote mis datos en el reverso.
No subí hasta la oficina, lo deje en la mesa de entrada del centro cultural, el empleado me dijo que el después subía el sobre. Le creí.
Cuando salí nuevamente a la calle ya no tenía ganas de pasear, así que volví a mi casa. Me metí en mi habitación, guarde la plata adentro de un libro y encendí un cigarrillo. Puse un disco de Bob Dylan y me recosté en la cama.
Deje de pensar en el concurso de poesía y en el trabajo.
martes, 4 de noviembre de 2008
capitulo 2
2
A las seis y media sonó el despertador y me levante, me bañe, tome un café y salí a la calle. Estaba lloviendo y yo no encontré el paraguas. Camine pegado a la pared, cubriéndome del agua con los balcones de las casas. Tome el 133 y me senté en el ultimo asiento de la fila de la izquierda.
Cuando llegue a la imprenta me llamo el supervisor
- como te sentís hoy?
- mejor
- mira, no vamos a necesitar que vengas mas, hay poco trabajo y vos siempre tenes una excusa para irte antes
- por que no me avisaron por teléfono o ayer?
- lo decidimos recién
- esta bien, cuando vengo a cobrar el mes?
- vení la semana que viene, pero llamame antes
- esta bien
Por la ventana de la oficina veía a mis dos compañeros trabajando pero no tenía ganas de ir a saludarlos, salí de la imprenta y camine hasta el mismo bar del día anterior. Pedí nuevamente un cortado con medialunas. Era el único cliente, eran las ocho y media de la mañana.
Por la ventana miré a los chicos que iban a la escuela con sus botas de lluvia y sus paraguas.
Revolví muchas veces el cortado con la cuchara mientras miraba todo.
El mundo seguía girando torpemente sobre su panza de océano y en algún lugar alguien creía ser feliz y otros juraban amor eterno mientras yo revolvía mi taza y mordía una medialuna.
Afuera el cielo se caía a chorros sobre las veredas del mundo.
A las seis y media sonó el despertador y me levante, me bañe, tome un café y salí a la calle. Estaba lloviendo y yo no encontré el paraguas. Camine pegado a la pared, cubriéndome del agua con los balcones de las casas. Tome el 133 y me senté en el ultimo asiento de la fila de la izquierda.
Cuando llegue a la imprenta me llamo el supervisor
- como te sentís hoy?
- mejor
- mira, no vamos a necesitar que vengas mas, hay poco trabajo y vos siempre tenes una excusa para irte antes
- por que no me avisaron por teléfono o ayer?
- lo decidimos recién
- esta bien, cuando vengo a cobrar el mes?
- vení la semana que viene, pero llamame antes
- esta bien
Por la ventana de la oficina veía a mis dos compañeros trabajando pero no tenía ganas de ir a saludarlos, salí de la imprenta y camine hasta el mismo bar del día anterior. Pedí nuevamente un cortado con medialunas. Era el único cliente, eran las ocho y media de la mañana.
Por la ventana miré a los chicos que iban a la escuela con sus botas de lluvia y sus paraguas.
Revolví muchas veces el cortado con la cuchara mientras miraba todo.
El mundo seguía girando torpemente sobre su panza de océano y en algún lugar alguien creía ser feliz y otros juraban amor eterno mientras yo revolvía mi taza y mordía una medialuna.
Afuera el cielo se caía a chorros sobre las veredas del mundo.
viernes, 17 de octubre de 2008
capitulo 1
1
Ese lunes me levante con dolor de cabeza, hacia varios días que venía durmiendo mal, me vestí con un pantalón de Jean y un pulóver marrón, me lave los dientes y me prepare un café.
Prendí el televisor y mientras tomaba el café mire el noticiero. Por la ventana se veía el cielo que se iba aclarando. Un choque entre un auto y un colectivo, Boca ganó de nuevo. Lo apague, me puse la campera y salí.
Carlos, mi vecino, estaba paseando a su perro y me saludo con la mano en alto, lo salude y seguí caminando hasta la parada del colectivo 133.
A las ocho llegue a la imprenta donde trabajaba, salude a Esteban y Nicolás que eran mis compañeros de trabajo y agarra una pila de pliegues de cartón para trabajar.
Mi trabajo consistía en armar bolsas de cartón con esos pliegues. Tenía que unir dos de ellos y luego ir doblándolos, ponerle la base con un carton mas duro y después atarle las manijas.
Eran nueve horas por día doblando cartones parado en el mismo lugar. Teníamos cuarenta minutos para almorzar. Mas que un trabajo era una tortura.
Ese día salí a almorzar con Nicolás, fuimos a una plaza que quedaba cerca de la imprenta, nos compramos unos sándwiches de milanesa y una gaseosa.
Yo prefería ir con Nicolás por que siempre tenía algun porro para fumar después de comer y además hablaba poco.
Comimos, fumamos y volvimos al trabajo a seguir durante otras cuatro horas doblando esos cartones.
En un momento y después de haber estado trabajando un rato largo me senté arriba de una pila de cartones justo cuando paso el supervisor.
Era un tipo de unos cuarenta años y canoso que hablaba siempre con la voz muy alta.
- que pasa Pablo? – me pregunto
- me siento mal
- almorzaste?
- si, creo que me cayo mal lo que comí
- la semana pasada te paso lo mismo dos veces- me dijo y me sorprendió su memoria, pensé que no sabia ni como me llamaba.
- si, no se que será...
- bueno, anda si queres, mañana hablamos.
Agarre mi campera y me fui. Cuando pase por al lado de Nicolás me dijo:
- otra vez el mismo verso hijo de puta- en tono amigable, yo sonreí y salí a la calle.
Era una linda tarde, no hacia mucho frio, el viento era suave y el sol calentaba las veredas. Camine un largo rato y me metí en un bar. Siempre es bueno sentarse en un bar a tomar un café y mirar por la ventana.
Me pedí un cortado con tres medialunas de grasa que tenían gusto húmedo y viejo. El café era bueno.
Por la ventana me quede mirando a un viejo que esperaba el colectivo y tosía continuamente y se limpiaba la nariz con un pañuelo que parecía muy mojado.
En el bar la televisión estaba prendida pero nadie le prestaba atención, un tipo de unos cuarenta años con bigotes y poco pelo discutía con una mujer flaca y de nariz grande sobre uno de sus hijos o al menos eso supuse yo.
- es que vos no lo entendes el te necesita - le decía ella
- yo no lo entiendo? ustedes no me entienden a mi- decía el
Era el eterno problema de todos, el que nadie entiende a nadie ni a nada. En ese momento sentí que la entendía a ella y también lo entendía a el. De todos modos no me importaban.
Llame al mozo para que me cobre y salí de nuevo a la vereda y al sol.
Tome el colectivo y volví a mi casa. Cuando llegue me acosté a dormir un rato y luego me levante a cenar.
Mi papá estaba hablando de un partido de fútbol y mi mamá había cocinado pollo. Comi y me volví a acostar.
Di vueltas en la cama, mire el techo, busque figuras en las manchas de humedad pero no encontré nada. No tenía sueño y mañana iba a ser otro día igual.
Ese lunes me levante con dolor de cabeza, hacia varios días que venía durmiendo mal, me vestí con un pantalón de Jean y un pulóver marrón, me lave los dientes y me prepare un café.
Prendí el televisor y mientras tomaba el café mire el noticiero. Por la ventana se veía el cielo que se iba aclarando. Un choque entre un auto y un colectivo, Boca ganó de nuevo. Lo apague, me puse la campera y salí.
Carlos, mi vecino, estaba paseando a su perro y me saludo con la mano en alto, lo salude y seguí caminando hasta la parada del colectivo 133.
A las ocho llegue a la imprenta donde trabajaba, salude a Esteban y Nicolás que eran mis compañeros de trabajo y agarra una pila de pliegues de cartón para trabajar.
Mi trabajo consistía en armar bolsas de cartón con esos pliegues. Tenía que unir dos de ellos y luego ir doblándolos, ponerle la base con un carton mas duro y después atarle las manijas.
Eran nueve horas por día doblando cartones parado en el mismo lugar. Teníamos cuarenta minutos para almorzar. Mas que un trabajo era una tortura.
Ese día salí a almorzar con Nicolás, fuimos a una plaza que quedaba cerca de la imprenta, nos compramos unos sándwiches de milanesa y una gaseosa.
Yo prefería ir con Nicolás por que siempre tenía algun porro para fumar después de comer y además hablaba poco.
Comimos, fumamos y volvimos al trabajo a seguir durante otras cuatro horas doblando esos cartones.
En un momento y después de haber estado trabajando un rato largo me senté arriba de una pila de cartones justo cuando paso el supervisor.
Era un tipo de unos cuarenta años y canoso que hablaba siempre con la voz muy alta.
- que pasa Pablo? – me pregunto
- me siento mal
- almorzaste?
- si, creo que me cayo mal lo que comí
- la semana pasada te paso lo mismo dos veces- me dijo y me sorprendió su memoria, pensé que no sabia ni como me llamaba.
- si, no se que será...
- bueno, anda si queres, mañana hablamos.
Agarre mi campera y me fui. Cuando pase por al lado de Nicolás me dijo:
- otra vez el mismo verso hijo de puta- en tono amigable, yo sonreí y salí a la calle.
Era una linda tarde, no hacia mucho frio, el viento era suave y el sol calentaba las veredas. Camine un largo rato y me metí en un bar. Siempre es bueno sentarse en un bar a tomar un café y mirar por la ventana.
Me pedí un cortado con tres medialunas de grasa que tenían gusto húmedo y viejo. El café era bueno.
Por la ventana me quede mirando a un viejo que esperaba el colectivo y tosía continuamente y se limpiaba la nariz con un pañuelo que parecía muy mojado.
En el bar la televisión estaba prendida pero nadie le prestaba atención, un tipo de unos cuarenta años con bigotes y poco pelo discutía con una mujer flaca y de nariz grande sobre uno de sus hijos o al menos eso supuse yo.
- es que vos no lo entendes el te necesita - le decía ella
- yo no lo entiendo? ustedes no me entienden a mi- decía el
Era el eterno problema de todos, el que nadie entiende a nadie ni a nada. En ese momento sentí que la entendía a ella y también lo entendía a el. De todos modos no me importaban.
Llame al mozo para que me cobre y salí de nuevo a la vereda y al sol.
Tome el colectivo y volví a mi casa. Cuando llegue me acosté a dormir un rato y luego me levante a cenar.
Mi papá estaba hablando de un partido de fútbol y mi mamá había cocinado pollo. Comi y me volví a acostar.
Di vueltas en la cama, mire el techo, busque figuras en las manchas de humedad pero no encontré nada. No tenía sueño y mañana iba a ser otro día igual.
lunes, 8 de septiembre de 2008
las ex
vivia en el tercer piso y tenia un balcon bastante grande que daba a una avenida donde pasaban tres lineas de colectivo y cientos de autos por día.era un solo ambiente con baño. tenia la cama contra una pared, una mesa y dos sillas. el resto de las cosas estaban en el piso o adentro de cajones de manzana que habia ido llevando de a poco.vivi mas de un año en ese departamento. durante un mes tuve de vecino a Damian. Damian era un tipo de 35 años que se habia separado de su mujer. tenia 2 hijos y hablaba sin parar.el día que se mudo a su departamento, del cual solo me separaba una pared, vino a presentarse. me parecio un poco idiota, pero no me cayo del todo mal.- y viste como es esto de las mujeres, esta todo bien hasta que esta todo mal.esa fue su segunda frase. lo deje pasar.- y vos flaco a que te dedicas?- me pregunto- trabajo en una imprenta y escribo.- ah, sos escritor?- no, solamente escribo.- yo a mi mujer le escribia cartas cuando eramos novios pero despues que te casas todo es diferente, vos estas de novio?- no.- mejor flaco, asi estas mas tranquilo.encendio un cigarrillo y me convido como uno. acepte y nos quedamos fumando mientras el me seguia hablando de su ex mujer y sus hijos.me dijo si tenia ganas de ir a tomar algo esa noche a algun bar de por ahi, el invitaba. le dije que si, que cuando me desocupaba de lo que tenia planeado hacer lo pasaba a buscar y me respondio con un:- que no se hable mas, quedamos asi- y se fue.
eran masomenos las ocho de la noche, el verano se estaba yendo pero era un día bastante caluroso. el sol de marzo se escondia en el cielo que yo miraba desde el balcon de mi casa y las luces de la calle empezaban a encenderse solas.me puse a leer una novela de Salinguer que tenia empezada hacia tiempo y que nunca la continuaba.a las diez de la noche tocaron la puerta.- flaco pase para ver si no habias cambiado de opinion- dijo damian, el nuevo vecino.- no, no cambie de opinion pero ahora estoy ocupado, en un rato te paso a buscar.- dale, me baño y vamos.- bueno dale- le respondi ya un poco hastiado.
fuimos a un bar de la calle defensa, quedaba a mitad de cuadra yo preferia ir a otro que estaba en una esquina pero Damian dijo:- hay son todos unos caretas, vamos a otro.no entendi por qué eran unos caretas pero tampoco se lo quise preguntar.entramos y pedimos cerveza.la camarera era una linda chica de ojos grandes y tristes y una voz muy aguda.- que lindas son las minas, lastima que sean siempre para quilombos- me decia y tomaba el primer trago. yo le respondia con un si a todo aunque no opinara lo mismo. me importaba poco la conversación y me estaba arrepintiendo de haber aceptado la invitación.- mi mujer no me dice nada pero seguro que anda con otro tipo- ya es tu Ex mujer- le dije y tome un trago. estaba bien fria.- hasta que no sea legal el divorcio es mi mujer, ademas lo digo por costumbre. y vos con las minas que onda?- que onda qué?- estas con alguna?- no. - tome otro trago.Damian seguia pidiendo cervezas, una tras otra. la camarera tenia los ojos cada vez mas grandes y mas tristes y los gestos de su cara mas cansados. yo tambien lo estaba, queria irme.eran las dos de la mañana y me seguia contando sobre su vida y sus hijos y su EX mujer. tuve la impresion de que hablaba cada vez mas lento y que sus palabras tenian el doble o triple de letras que tenian que tener, arrastraba mucho las vocales.ya me habia cansado, fingi un llamado telefonico:- che loco disculpa pero me llamo un amigo y me tengo que ir- uh que mal, la estabamos pasando bien- me dijo y parecia casi apenado- una lastimame levante y sali del bar. damian dijo que se tomaba algo mas y despues se iba a dormir a su nuevo "dulce hogar".
camine por la calle defensa para el lado de barracas. era una noche agradable. el empedrado brillaba por el rocio que caia y yo miraba como se reflejaban las luces de los autos en el cuando pasaban.estaba mareado y triste pero al menos nadie me apuñalaba los oidos contandome cosas que no me importaban.segui caminando y cruze el parque lezama. no habia nadie, solo vi dos parejas besandose.encendi un cigarrillo y me sente en un banco color verde. pense en "mis EX" y como las habia mal perdido a casi todas. sin ningun motivo especifico, solo se perdieron o me perdi, se fueron o me fui. sin discuciones fuertes ni gritos ni nada. solo se fueron. pense en sus bocas y sus piernas y sus manos. necesitaba a cualquiera de ellas en ese momento, sentada al lado mio. creo que eso me hubiera hecho sentir mejor.un policia paso caminando y me miro, yo lo mire. no se detuvo. encendi otro cigarrillo y me recoste a los largo del banco mirando el cielo y largando el humo por la nariz.mire mis manos y estaban desechas,con cortes y marcas del trabajo. mire a mi alrededor y todo era oscuro y silencioso. un silencio que te abrazaba.- estas noches me estan haciendo viejo- pense y tuve ganas de no estar.
eran masomenos las ocho de la noche, el verano se estaba yendo pero era un día bastante caluroso. el sol de marzo se escondia en el cielo que yo miraba desde el balcon de mi casa y las luces de la calle empezaban a encenderse solas.me puse a leer una novela de Salinguer que tenia empezada hacia tiempo y que nunca la continuaba.a las diez de la noche tocaron la puerta.- flaco pase para ver si no habias cambiado de opinion- dijo damian, el nuevo vecino.- no, no cambie de opinion pero ahora estoy ocupado, en un rato te paso a buscar.- dale, me baño y vamos.- bueno dale- le respondi ya un poco hastiado.
fuimos a un bar de la calle defensa, quedaba a mitad de cuadra yo preferia ir a otro que estaba en una esquina pero Damian dijo:- hay son todos unos caretas, vamos a otro.no entendi por qué eran unos caretas pero tampoco se lo quise preguntar.entramos y pedimos cerveza.la camarera era una linda chica de ojos grandes y tristes y una voz muy aguda.- que lindas son las minas, lastima que sean siempre para quilombos- me decia y tomaba el primer trago. yo le respondia con un si a todo aunque no opinara lo mismo. me importaba poco la conversación y me estaba arrepintiendo de haber aceptado la invitación.- mi mujer no me dice nada pero seguro que anda con otro tipo- ya es tu Ex mujer- le dije y tome un trago. estaba bien fria.- hasta que no sea legal el divorcio es mi mujer, ademas lo digo por costumbre. y vos con las minas que onda?- que onda qué?- estas con alguna?- no. - tome otro trago.Damian seguia pidiendo cervezas, una tras otra. la camarera tenia los ojos cada vez mas grandes y mas tristes y los gestos de su cara mas cansados. yo tambien lo estaba, queria irme.eran las dos de la mañana y me seguia contando sobre su vida y sus hijos y su EX mujer. tuve la impresion de que hablaba cada vez mas lento y que sus palabras tenian el doble o triple de letras que tenian que tener, arrastraba mucho las vocales.ya me habia cansado, fingi un llamado telefonico:- che loco disculpa pero me llamo un amigo y me tengo que ir- uh que mal, la estabamos pasando bien- me dijo y parecia casi apenado- una lastimame levante y sali del bar. damian dijo que se tomaba algo mas y despues se iba a dormir a su nuevo "dulce hogar".
camine por la calle defensa para el lado de barracas. era una noche agradable. el empedrado brillaba por el rocio que caia y yo miraba como se reflejaban las luces de los autos en el cuando pasaban.estaba mareado y triste pero al menos nadie me apuñalaba los oidos contandome cosas que no me importaban.segui caminando y cruze el parque lezama. no habia nadie, solo vi dos parejas besandose.encendi un cigarrillo y me sente en un banco color verde. pense en "mis EX" y como las habia mal perdido a casi todas. sin ningun motivo especifico, solo se perdieron o me perdi, se fueron o me fui. sin discuciones fuertes ni gritos ni nada. solo se fueron. pense en sus bocas y sus piernas y sus manos. necesitaba a cualquiera de ellas en ese momento, sentada al lado mio. creo que eso me hubiera hecho sentir mejor.un policia paso caminando y me miro, yo lo mire. no se detuvo. encendi otro cigarrillo y me recoste a los largo del banco mirando el cielo y largando el humo por la nariz.mire mis manos y estaban desechas,con cortes y marcas del trabajo. mire a mi alrededor y todo era oscuro y silencioso. un silencio que te abrazaba.- estas noches me estan haciendo viejo- pense y tuve ganas de no estar.
martes, 19 de agosto de 2008
Me levante y encendí un cigarrillo mientras me asomaba por la ventana. Ella seguía durmiendo. Era un quinto piso y desde la ventana solo se veían otras ventanas. En la mayoría las luces todavía estaban apagadas, el cielo se empezaba a poner rojo y el sol se asomaba tímidamente por los espacios que quedaban entre un edificio y otro.
Cuando termine el cigarrillo me volví a meter en la cama tapándome hasta la cabeza. Me desperté nuevamente y ella ya estaba levantada y se escuchaba el ruido de las tazas y del agua que hervía dentro de la pava. Habían pasado dos horas. El sol ya entraba sin vergüenza a través de las cortinas e eh inundaba todo el cuarto.
Me senté en la cama, me vestí, fui al baño y me senté en una silla al lado de ella. La televisión estaba prendida pero sin sonido. Era domingo, nueve horas, 8 grados de temperatura.
Sirvió el café y lo tomamos casi sin decir nada.
Ella tenía el pelo revuelto y seguí con la ropa que había dormido. Me gustaba mirarla cuando recién se despertaba, tenía los ojos más grandes (al contrario que la mayoría de la gente) y además no tenia ganas de hablar en esos momentos.
El café estaba bueno, me tome dos tazas. Cuando me levante para servirme mas le di un beso en la frente, ella seguía sin decir nada.
- sabes que seria lindo? desayunar en un lugar diferente cada día- le dije
- como?
- si, hoy acá, mañana en Francia, pasado en mar del plata, el miércoles en bogota.
- que estupidez. Yo me conformo con desayunar y punto.
- no se, a mi me gustaría.
No dijo nada más. Se quedo sentada mirando el televisor mudo.
Hacia 2 meses que la conocía y un mes y medio que vivía en su casa. No se por qué. Ella no estaba enamorada de mi ni yo de ella. Estábamos solos, era eso. Ninguno de los dos teníamos siquiera con quien enojarnos por estupideces. Estábamos juntos por espanto y por soledad.
Yo tenía un trabajo de tres horas por día en una imprenta pasando los pedidos de las planillas a la computadora. Ella trabajaba de ayudante de cocina en un restaurante ocho horas por día.
Yo me iba a al mediodía de lunes a vienes y ella se iba a las ocho de la mañana. Entonces a las cinco de la tarde ya estábamos los dos de vuelta.
Traía comida de su trabajo y yo me encargaba de comprar cerveza y gaseosa, en eso se me iban los doce pesos que ganaba por día. Cigarrillos compraba cualquiera de los dos. Ella siempre estaba fumando. La casa era una gran nube. También tenia un gato color gris oscuro, el no nos daba mucha importancia y nosotros tampoco se la dábamos a el. Aunque a veces se me subía encima de las piernas cuando me acostaba a mirar televisión.
Una noche estábamos cenando y escuchando un disco horrible de Donovan que yo le había regalado para el cumpleaños y se puso a llorar. De repente.
- no quiero que sigamos así, estoy cansado - me dijo
- así como?
- así... necesito tiempo, no te estoy haciendo bien, necesitas alguien de tu edad y yo necesito alguien que me entienda.
Ella tenía 32 años y yo 22. La verdad creo que no había mucho de ella para entender pero no se lo dije.
- esta bien, a mi no me parece, pero... - le dije
- perdoname
- esta todo bien.
En realidad nada estaba bien. Me levante y fui al baño, hice pis, me lave la cara y tuve ganas de vomitar pero no lo hice.
Guarde las pocas cosas que tenia en su casa, las metí todas en una mochila.
- llamame, te quiero seguir viendo- me dijo llorando.
Me molestaba un poco que llore.
- si, en la semana hablamos- le dije, me puse la campera y me fui.
Era temprano, algunas personas todavía estaban volviendo de su trabajo. Yo tenía que tomar el tren para ir a la casa de mis padres.
Cruce la plaza y casi toda la peatonal. Los negocios estaban cerrando. Me metí en un bar y me pedí un café cortado. El mozo tenía un delantal blanco, muy blanco y la cara cansada. Apenas me sirvió me cobró por qué "tenían que cerrar la caja". Le pague, tome el café y salí nuevamente hacia la calle.
Había menos gente y hacia más frió que un rato antes. Me puse un gorro de lana y una
bufanda.
Caminé hasta la estación y me senté en un banco a esperar el tren. Prendí un cigarrillo y espere. Un tipo sentado en el anden de enfrente me miraba y yo lo miraba a el. Largue el humo por la nariz y seguí esperando.
Cuando termine el cigarrillo me volví a meter en la cama tapándome hasta la cabeza. Me desperté nuevamente y ella ya estaba levantada y se escuchaba el ruido de las tazas y del agua que hervía dentro de la pava. Habían pasado dos horas. El sol ya entraba sin vergüenza a través de las cortinas e eh inundaba todo el cuarto.
Me senté en la cama, me vestí, fui al baño y me senté en una silla al lado de ella. La televisión estaba prendida pero sin sonido. Era domingo, nueve horas, 8 grados de temperatura.
Sirvió el café y lo tomamos casi sin decir nada.
Ella tenía el pelo revuelto y seguí con la ropa que había dormido. Me gustaba mirarla cuando recién se despertaba, tenía los ojos más grandes (al contrario que la mayoría de la gente) y además no tenia ganas de hablar en esos momentos.
El café estaba bueno, me tome dos tazas. Cuando me levante para servirme mas le di un beso en la frente, ella seguía sin decir nada.
- sabes que seria lindo? desayunar en un lugar diferente cada día- le dije
- como?
- si, hoy acá, mañana en Francia, pasado en mar del plata, el miércoles en bogota.
- que estupidez. Yo me conformo con desayunar y punto.
- no se, a mi me gustaría.
No dijo nada más. Se quedo sentada mirando el televisor mudo.
Hacia 2 meses que la conocía y un mes y medio que vivía en su casa. No se por qué. Ella no estaba enamorada de mi ni yo de ella. Estábamos solos, era eso. Ninguno de los dos teníamos siquiera con quien enojarnos por estupideces. Estábamos juntos por espanto y por soledad.
Yo tenía un trabajo de tres horas por día en una imprenta pasando los pedidos de las planillas a la computadora. Ella trabajaba de ayudante de cocina en un restaurante ocho horas por día.
Yo me iba a al mediodía de lunes a vienes y ella se iba a las ocho de la mañana. Entonces a las cinco de la tarde ya estábamos los dos de vuelta.
Traía comida de su trabajo y yo me encargaba de comprar cerveza y gaseosa, en eso se me iban los doce pesos que ganaba por día. Cigarrillos compraba cualquiera de los dos. Ella siempre estaba fumando. La casa era una gran nube. También tenia un gato color gris oscuro, el no nos daba mucha importancia y nosotros tampoco se la dábamos a el. Aunque a veces se me subía encima de las piernas cuando me acostaba a mirar televisión.
Una noche estábamos cenando y escuchando un disco horrible de Donovan que yo le había regalado para el cumpleaños y se puso a llorar. De repente.
- no quiero que sigamos así, estoy cansado - me dijo
- así como?
- así... necesito tiempo, no te estoy haciendo bien, necesitas alguien de tu edad y yo necesito alguien que me entienda.
Ella tenía 32 años y yo 22. La verdad creo que no había mucho de ella para entender pero no se lo dije.
- esta bien, a mi no me parece, pero... - le dije
- perdoname
- esta todo bien.
En realidad nada estaba bien. Me levante y fui al baño, hice pis, me lave la cara y tuve ganas de vomitar pero no lo hice.
Guarde las pocas cosas que tenia en su casa, las metí todas en una mochila.
- llamame, te quiero seguir viendo- me dijo llorando.
Me molestaba un poco que llore.
- si, en la semana hablamos- le dije, me puse la campera y me fui.
Era temprano, algunas personas todavía estaban volviendo de su trabajo. Yo tenía que tomar el tren para ir a la casa de mis padres.
Cruce la plaza y casi toda la peatonal. Los negocios estaban cerrando. Me metí en un bar y me pedí un café cortado. El mozo tenía un delantal blanco, muy blanco y la cara cansada. Apenas me sirvió me cobró por qué "tenían que cerrar la caja". Le pague, tome el café y salí nuevamente hacia la calle.
Había menos gente y hacia más frió que un rato antes. Me puse un gorro de lana y una
bufanda.
Caminé hasta la estación y me senté en un banco a esperar el tren. Prendí un cigarrillo y espere. Un tipo sentado en el anden de enfrente me miraba y yo lo miraba a el. Largue el humo por la nariz y seguí esperando.
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