jueves, 20 de noviembre de 2008

Capitulo 5

Javier vivía en el límite entre Barracas y Avellaneda a metros del puente Pujeyrredon.
Javier era un tipo alto y morocho con los ojos negros y grandes y ahora estaba bastante gordo. Lo había conocido en un club en el que jugábamos al fútbol de chicos. Vivía con una tía y la prima. Una vez me contó que nunca había conocido a sus padres.
Cuando llegue Javier me abrazo y nos sentamos en el patio. Hacia frió pero me dijo que quería que hablemos a solas y adentro estaba su tía mirando una película.
Destapo una cerveza, prendió dos cigarrillos y me dio uno.
Me contó que también andaba sin trabajo y que quería hablarme muy seriamente sobre algo. Me sorprendió y le dije que me diga que era
- mira Pablo con mi primo Marcos estamos organizando algo y quería saber si vos te prendías con nosotros.
Marcos era el primo más grande de Javier que había estado preso y que ahora estaba en libertad hacia unos meses. Físicamente era parecido a Javier, grandote, morocho.
Siguió contándome:
- la onda seria robar un cyber de La Boca. Entre los tres. El consigue un auto y vos manejas, nosotros bajamos y hacemos todo. Después repartimos en partes iguales.
- Bueno, dejamelo pensar. En la semana te aviso.
- Dale no hay problema.
Entramos y nos sentamos en la cocina. Su tía seguía mirando la televisión y nosotros tomamos varias cervezas. Era de noche y se hizo la madrugada.
Cuando su tía se fue a dormir eran las dos de la mañana. Javier se quedo dormido sentado y yo me quede mirando la repetición de un partido de fútbol entre Racing y Tigre.
Lo desperté y me abrió la puerta. Camine con las manos en los bolsillos las quince cuadras hasta mi casa. Hacia frío pero no había viento. Llegue y no hice ruido para no despertar a nadie, mi perro movía la cola desde debajo de la mesa. Me acosté y dormí.

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