viernes, 26 de diciembre de 2008

Capitulo 17

Cuando regrese a mi nuevo hogar a la tarde Estela me invitó a tomar mate. Me preguntó si estaba de vacaciones, a qué me dedicaba y un montón de cosas mas. Me dijo que su hermano tenía un restaurante sobre la peatonal y que si quería podía hablar con el para trabajar. Le dije que si y después me fui a bañar.
Cuando salí del baño Estela me dijo que ya había hablado y que su hermano le dijo que vaya para halla. Me dio la dirección y fui.

El tipo se llamaba Héctor y el restaurante era a la vuelta de la catedral. Se escuchaban los campanazos a cada rato. No era un lugar muy grande, el salón tenía diez mesas con manteles verdes que hacían juego con las cortinas.
Héctor era un buen tipo, alto y gordo. Con las manos enormes y los dedos gordos y se reía casi de cualquier cosa.
Me tarea era lavar la vajilla y después ayudar a limpiar el salón. Entraba a las siete de la tarde y salía a la una de la mañana. De lunes a sabado.
Era un trabajo tranquilo. Lo que no me gustaba era que andaba todo el tiempo con los dedos arrugados por el agua de tanto lavar cosas.
Todos los sábados antes de irme Héctor me pagaba doscientos pesos.
Arregle con Estela para pagar trescientos cincuenta pesos por mes por la habitación, le dije que sino no me alcanzaba la plata.

Los primeros días terminaba cansado después del trabajo pero después me acostumbré y a veces hasta volvía caminando las treinta cuadras que separaban el restaurante de mi habitación.
Algunas noches pasaba por el bar “punto y banca” donde trabajaba la sobrina de Estela, que a su vez era hija de Héctor. Ella se llamaba Mariela y tenia veinte años. Era alta y de pelo castaño, usaba anteojos y tenía una cicatriz en el cuello. Yo me pedía siempre un whisky con hielo y ella me lo traía y nos quedábamos hablando un rato. Me contaba que estudiaba veterinaria, que le gustaba nadar y siempre le daba curiosidad sobre qué estaba escribiendo yo cuando iba al bar (yo había recuperado el habito de escribir y llevaba mi cuaderno para todos lados).

Una de esas noches desde una mesa pegada a la ventana le mande un mensaje de texto a Lucia pero no respondió.

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