lunes, 12 de enero de 2009

Capitulo 22

El quince de marzo y luego de haber pasado el fin de semana con Mariela en la casa de su abuela en Pinamar decidí volver a buenos aires.
Siempre fui un cobarde, no pude decírselo ni a ella ni a Hector ni a Estela.
Agarre todas mis cosas y esa noche (madrugada del dieciséis) sin que estela se diera cuenta me fui hasta la estación de micros.
Solo deje una nota agradeciéndoles por todo. A Mariela le deje escrito que pronto iba a llamarla.

Me subí al micro a las cuatro menos veinte. Me senté y apoye la cabeza contra la ventanilla. Había poca gente arriba del vehiculo. Deje la cortinita abierta para ver la ruta y los postes de luz. Me gusta ver los cables que suben y bajan de los postes.

Me sentía demasiado triste como para dormir. Vi mi cara reflejada en el vidrio y me sentí un extraño. Tenía los ojos hinchados pero no podía llorar.
Arriba la luna estaba redonda y grande. El micro seguía su viaje dejando todo atrás.

Llegué a retiro y me tome el colectivo veinte hasta la casa de mis padres. Creo que se pusieron contentos al verme. Mi mamá me preparo un sándwich de milanesa y mi papá me preguntaba muchas cosas sobre que había estado haciendo todo este tiempo.
Los noté mas viejos que antes.
Mi perra se me sentó al lado y me daba besos en las manos.
Estaba de nuevo en buenos aires con la sensación de que me había equivocado una vez mas.

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